Humanos y corales relacionados por la apoptosis



Humanos y corales, conectados

Fecha de Publicación
: 18/06/2014
Fuente: National Geographic
País/Región: Internacional


Para que nosotros vivamos, partes de nuestro cuerpo deben morir. Cada día, miles de millones de nuestras células se suicidan, fenómeno conocido como  apoptosis, del que depende nuestra vida. Por ejemplo, durante el desarrollo embrionario, las células de las membranas que separan nuestros dedos mueren para permitir la formación de los dedos. Además, la apoptosis controla el desarrollo y crecimiento de las células, evitando que se conviertan en tumores.
El fenómeno se produce a partir de dos tipos de proteínas: los factores de necrosis tumoral (TNF, por sus siglas en inglés) y sus receptores, que  cuando se encuentran inician una reacción en cadena dentro de la célula que conduce a su muerte.
Ahora, Steven Quistad, de la Universidad de San Diego (Estados Unidos), ha descubierto que los corales tienen sus propios factores de necrosis tumoral y receptores.  Su estructura es tan parecida que sus proteínas pueden intercambiarse con las nuestras: un TNF de coral puede persuadir a nuestras células para que se suiciden pegándose a nuestros receptores. Igualmente, un TNF humano puede acabar con una célula de coral pegándose a sus receptores.
Quistad hizo el descubrimiento tras analizar el genoma recientemente secuenciado de Acropora digitifera, ese coral que parece un árbol de Navidad en miniatura. Para su sorpresa, encontró 13 TNF y 40 receptores (nosotros tenemos 18 TNF y 29 receptores). «No se habían visto tantos receptores en ningún organismo», firma el experto.
¿Por qué resulta tan sorprendente? Porque «esperábamos encontrar solo uno», explica.
Dos de los animales que más han estudiado los biólogos (las moscas de la fruta y los nematodos) tienen solamente un TNF y un receptor cada uno. Así, dedujeron que animales más ancestrales tendrían la misma cantidad.
Sin embargo, los corales desmontan esta teoría, pues pertenecen a uno de los primeros grupos de animales, los cnidarios. Si tienen tantos TNF y receptores, ese debió ser el estado inicial y las moscas y los nematodos perdieron la mayoría de esa diversidad original, mientras que los corales y los humanos la mantuvieron.
Entonces, ¿evolucionaron los TNF de ambas especies de forma independiente? Parece poco probable si tenemos en cuenta el alto nivel de compatibilidad de las proteínas de corales y humanos. El hecho de que las de los corales puedan matar células humanas sugiere la existencia de un ancestro común.
«Se trata de un giro sorprendente en el campo de la biología evolutiva», afirma Quistad. «Hemos aprendido mucho de las moscas y los nematodos, pero nos han llevado a conclusiones erróneas sobre la evolución de la vida animal. Asumimos que lo más antiguo era lo más simple. Sin embargo, los corales han resultado ser más parecidos a los humanos que las moscas y los nematodos, que son animales más modernos».
Así, el trabajo de Quistad se suma a las pruebas de que la apoptosis tiene una antigüedad de al menos 500 millones de años.
Los arrecifes de coral están desapareciendo en todo el mundo, y un tercio de los corales están en peligro de extinción. Con ellos desaparecerían incontables especies y las comunidades costeras sufrirían un enorme revés económico. Además, perderíamos una pista fundamental sobre los orígenes del mundo animal, pues estas antiguas y supuestamente simples criaturas contienen gran información todavía por descifrar.
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