Arrancó la Cumbre de Biodiversidad de Nagoya






“El mundo debe actuar para evitar la extinción de especies”

Fecha de Publicación: 18/10/2010
Fuente: ADN
País/Región: Internacional - Japón


Desde la ONU aseguraron que el mundo se enfrenta al mayor ritmo de extinción de los últimos 65 millones de años.
Desde Naciones Unidas dijeron que el mundo afronta el mayor ritmo de extinción desde que los dinosaurios desaparecieron hace 65 millones de años, una crisis que tiene que ser abordada por Gobiernos, empresas y comunidades.
La reunión de dos semanas pretende instar a naciones y empresarios a adoptar pasos amplios para proteger y restaurar ecosistemas como bosques, ríos, arrecifes de coral y océanos que son vitales para una población humana siempre en crecimiento.
Estos aportan servicios básicos como aire limpio, agua, comida y medicinas que muchos dan por sentado, según las Naciones Unidas, y necesitan ser valorados adecuadamente y gestionados por gobiernos y corporaciones para invertir los daños causado por el crecimiento económico.
Los ecosistemas más flexibles también podrían recudir los impactos del cambio climático, como las sequías extremas y las inundaciones, además de contribuir a luchar contra la pobreza, según el organismo.
"Esta reunión es parte del esfuerzo mundial por abordar un hecho muy simple: estamos destruyendo la vida en la Tierra, declaró Achim Steiner, responsable del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas, dijo en la inauguración de la reunión en Nagoya, en el centro de Japón.
Delegados de casi 200 países tendrán que acordar nuevos objetivos para 2020 después de que los gobiernos fracasaran en gran medida a la hora de cumplir el objetivo de lograr una significativa reducción en la pérdida de diversidad biológica.
Un estudio respaldado por la ONU y publicado este mes dijo que el daño ecológico en todo el mundo causado por la actividad humana en 2008 totalizó 6,6 billones de dólares, equivalente al 11 por ciento del Producto Interior Bruto mundial.
Los ecologistas dijeron que necesitaban acordar un plan urgente de rescate para la naturaleza.

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La ONU busca en Japón un plan para proteger la biodiversidad

Fecha de Publicación: 18/10/2010
Fuente: EFE
País/Región: Internacional - Japón


La convención de la ONU sobre la biodiversidad se inauguró hoy en la ciudad japonesa de Nagoya en busca de un difícil consenso entre 193 países en torno a nuevas metas para proteger la vida en el planeta.
La décima edición de la Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Biodiversidad Biológica (COP10) se desarrollará en Nagoya hasta el día 29 con la participación de centenares de representantes de gobiernos, organismos internacionales y ONGs, según los organizadores.
"Déjennos tomar acciones concertadas como comunidad internacional acordando objetivos realistas y ambiciosos", instó hoy en la inauguración el ministro japonés de Medio Ambiente, Ryu Matsumoto.
"Nos estamos aproximando a un punto en que no podremos revertir la pérdida de la biodiversidad", alertó el anfitrión japonés.
En Nagoya se buscará consensuar un plan de veinte puntos para proteger la biodiversidad del planeta en el período 2011-2020, al expirar este mismo año un plazo límite fijado hace diez años, así como un protocolo referido al acceso y participación en los beneficios de los recursos genéticos.
Los países no han logrado de momento un consenso en once puntos del plan de Nagoya, entre ellos los referidos a la expansión de las áreas protegidas y la reducción de la pérdida de los hábitat naturales, según publica hoy el diario japonés Asahi.
"Aquí y juntos podemos comenzar a implementar respuestas de políticas a largo plazo y mecanismos inteligentes que se han ido incubando por muchos años en varios países y comunidades", manifestó el director ejecutivo del programa ambiental de las Naciones Unidas, Achim Steiner.
El plan de Nagoya busca la movilización de recursos para la protección del medio ambiente y establece que los gobiernos de cada país decidan los objetivos de sus niveles de protección.
El fin es lograr que las partes adopten medidas para restaurar "al menos el 15 por ciento de sus ecosistemas degradados" y mitigar los efectos del cambio climático para 2020, así como reducir o bajar hasta niveles cercanos al cero la tasa de la pérdida y degradación de los bosques.
Para 2020, los países también deberán "detener la pérdida de la diversidad genética de las plantas cultivadas, el ganado y sus parientes salvajes", así como minimizar las presiones en los arrecifes de coral y los ecosistemas vulnerables afectados por el cambio climático o la acidificación de los océanos.
Muchos países industrializados apoyan la restauración del 15 por ciento de las áreas degradadas, pero China persiste en que esa cifra se mantenga en un 6 por ciento, precisó Asahi.
Asimismo se pretende establecer en Nagoya un nuevo protocolo sobre "la participación justa y equitativa de los beneficios que se desprenden del uso de los recursos genéticos", según el documento que se debate en COP10.
Así se busca que el acceso al material genético de un recurso biológico en una nación extranjera se obtenga mediante el consentimiento "del país donde se localizan estos recursos" y a través de la negociación y acuerdos de los términos y condiciones sobre su acceso.
Este punto, por ejemplo, divide a los países industrializados y a las empresas farmacéuticas, y a naciones como las andinas con una gran biodiversidad y con pueblos originarios que tienen conocimientos ancestrales sobre las propiedades de sus recursos.
De suscribirse, el Protocolo de Nagoya se convertiría en el tercer documento internacional que llevaría el nombre de una ciudad japonesa desde el Protocolo de Kioto sobre Cambio Climático (1997) y el Protocolo Suplementario sobre cultivos genéticamente modificados Kuala Lumpur-Nagoya, suscrito este viernes.

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La biodiversidad divide al mundo

Fecha de Publicación: 18/10/2010
Fuente: BBC Mundo
País/Región: Internacional - Japón


¿Si una empresa farmacéutica crea un medicamento a partir de un árbol de la Amazonia, debe compensar a la comunidad que descubrió las propiedades de la planta? ¿Quién debe afrontar el costo de preservar los ecosistemas?
Éstas son algunas de las preguntas que deberán responder representantes de más de 190 países reunidos a partir de este lunes en Nagoya, Japón, en la Cumbre de Biodiversidad.
El objetivo del encuentro es combatir el alarmante ritmo de destrucción de la naturaleza y buscar formas innovadoras de financiar su preservación.
Además de fijar nuevas metas para la protección de especies y ecosistemas, la cumbre discutirá un protocolo tan vital como polémico, que busca regular el acceso a los recursos genéticos de las plantas y cómo se reparten los beneficios derivados de ellas.
Los países signatarios de la Convención de Biodiversidad llegan a Nagoya en momentos en que el ritmo de pérdida de especies es 1.000 veces superior al considerado natural, según los expertos.
"Estamos próximos a un punto sin retorno, en el que la pérdida de la biodiversidad será irreversible y podemos llegar a ese punto en diez años si no actuamos", advirtió el primer ministro de Japón, Ryo Matsumoto, al inaugurar el encuentro.
Lo que está en juego no es sólo la desaparición de plantas o animales. Por primera vez este año varios informes dejaron en claro que si no se detiene el actual ritmo de destrucción de la biodiversidad, ello tendrá consecuencias catastróficas para la economía mundial.

Fracaso colectivo
La Convención fue acordada en la primer Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992. Y fue una década después, en Johanesburgo, que los países miembros de la Convención fijaron metas para "reducir significativamente la pérdida de especies" para 2010, declarado año de la biodiversidad.
Hay consenso en el nivel mundial de que el proceso falló rotundamente. "La comunidad internacional ha fracasado individual y colectivamente en implementar las metas de biodiversidad", le dijo a BBC Mundo Ahmed Djoghlaf, secretario ejecutivo de la Convención.
"Tengamos el coraje de mirar a nuestros hijos a los ojos y admitir el fracaso... admitir que continuamos perdiendo biodiversidad a un ritmo sin precedentes, hipotecando su futuro", advirtió Djoghlaf este lunes al inaugurar la cumbre.
El informe global sobre biodiversidad publicado en mayo, "Global Biodiversity Outlook", alerta que la población de especies de vertebrados silvestres cayó mas de un tercio entre 1970 y 2006, y que el 40% de las especies de anfibios y de aves están decayendo.
Otros estudios hablan de tendencias similares. El 20% de los corales han sido destruidos en décadas recientes y una de cada cinco plantas está amenazada de extinción, según un reporte publicado en setiembre por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés).

El cactus de la discordia
Uno de los temas más controvertidos en Nagoya es el llamado protocolo ABS (siglas en inglés de Access and Benefit Sharing), con el que se busca regular el acceso a los recursos genéticos de las plantas y el reparto de los beneficios que se logren a partir de ellas.
"Hasta hoy el acceso no ha sido regulado, en muchos casos ha sido abierto y eso ha generado una enorme desigualdad en el reparto de beneficios", le dijo a BBC Mundo Gonzalo Oviedo, asesor en políticas sociales de la IUCN.
La importancia de lo que está en juego queda en claro con el ejemplo del cactus conocido como "hoodia", usado durante siglos por las poblaciones San del desierto de Kalahari, en África, para aliviar el hambre.
La industria farmacéutica descubrió que las propiedades del cactus se podían utilizar para combatir la obesidad y comenzó a comercializar productos derivados de la planta, tanto sintéticos como naturales.
"Cuando se inició este proceso nadie reconocía que el descubrimiento de las propiedades de la planta fue hecho por las poblaciones San del Kalahari, que no recibieron compensación".
"Fue sólo a lo largo de los años que se lograron acuerdos entre el gobierno de Sudáfrica, las comunidades y las empresas farmacéuticas para establecer un régimen de beneficios y determinar que la propiedad intelectual del descubrimiento de las propiedades les pertenece a las comunidades. Eso es lo que se busca con el protocolo", afirma Oviedo.
Algunos en la industria farmacéutica expresan preocupación.
"Ya gastamos enormes cantidades de dinero en investigación para desarrollar medicamentos. Costos adicionales por pago de regalías cambiarían completamente el panorama. Y podrían hacer que la búsqueda de nuevos productos pierda impulso", dice Yuji Watanabe, director de propiedad intelectual de Astellas Pharma, la segunda empresa farmacéutica de Japón.

Quién paga por los servicios
El costo de dañar al planeta salta a la vista en la provincia china de Sichuan, donde puede verse cada abril a miles de trabajadores colocando polen a mano, flor por flor, en las plantaciones de perales. La labor manual es necesaria desde que el uso intensivo de pesticidas devastó a los polinizadores naturales, las abejas.
El perjuicio causado por la actividad humana al medio ambiente en 2008 fue de entre US$2 billones y US$4,5 billones, según un reciente estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, titulado "La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad" (TEEB, por sus siglas en inglés).
La menor de las dos cifras es equivalente a toda la producción anual del Reino Unido o Italia.
Un segundo estudio, también realizado para la ONU, estima un costo aún mayor. La consultora Trucost, con sede en Londres, calcula que el monto asciende a US$6,6 billones, o sea, cerca de un 11% del producto bruto mundial.

Consecuencias
Cada vez resulta más claro que los ecosistemas proveen servicios vitales para los seres humanos, desde cultivos y madera hasta los menos obvios como la protección de las costas que ofrecen los corales ante huracanes.
Pero proteger la biodiversidad tiene un costo, y las naciones en desarrollo aseguran que no podrán cumplir con nuevas metas sin el aporte de más fondos internacionales.
En lo que muchos parecen estar de acuerdo es en que las metas sólo servirán de algo si son suficientemente específicas, con mecanismos claros para que los gobiernos rindan cuentas.
La cumbre de Nagoya dura dos semanas, pero lo que suceda o no suceda en ella tendrá consecuencias durante décadas.

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